viernes, 8 de marzo de 2013

LA ÚLTIMA VEZ


     No sabía lo que buscaba, para mí las cosas estaban más que claras, aún así busqué un último encuentro, verlo por última vez y comprobar todo lo que mi corazón se negaba a aceptar.
     Cuando me comentó que la única manera de vernos sería en su casa imaginé lo que el quería y al mismo tiempo en lo profundo de mi sentir yo también deseaba. Entonces acepté.
     Cuando llegué a donde concertamos la cita lo miré de lejos y se veía fastidiado, me saludo normal y me llevó hasta el coche en donde bromeamos un poco y discutimos sobre lo que comeríamos.

     Llegamos a su casa y comimos tranquilamente conversando de una cosa y de otra, ya cuando habíamos terminado ninguno de los dos se atrevía a sacar la conversación, yo sentada en un sillón y él recostado en el otro me pidió que me recostara un rato con él mientras veíamos un partido de futbol por la televisión, cuando comenzaba a dormitar él acarició mi cabeza diciéndome que me subiera a dormir un rato a su recamara a lo cual me negué, no quería subir sola, y entonces comenzó, empezó por besarme muy apasionadamente para ir metiendo sus manos lentamente bajo mi blusa y acariciar mis pechos de la manera en que solamente él sabía hacerlo, besando mi cuello para ir bajando poco a poco hasta mis senos y meterlos en su boca lamiéndolos hasta poner duros mis pezones, mientras con su mano acariciaba mi sexo ya húmedo por el rose de nuestros cuerpos, mi cuerpo pedía más pero mi mente vagaba de un pensamiento a otro, sabiendo que en nuestro encuentro ya no había amor, solo pasión, calentura o como quieran llamarlo.

     Subimos a su habitación en donde lentamente me desnudó con calma mientras seguía besando cada centímetro de mi piel, besaba mi abdomen mientras me quitaba los jeans junto con mi ropa interior, fue bajando hasta llegar a mi sexo para comenzar a lamer mis labios y chupar mi clítoris mientras yo me perdía de placer, tocando su cabeza y gimiendo quedito para que nadie nos escuchara, deseaba tanto tenerlo ya dentro de mi, pero el alargaba mi agonía y seguía comiéndome a besos, estrujando mis pechos, rozando su miembro con mi clítoris haciéndome perder la cabeza.

     Cuando por fin sentí su pene erecto abriéndose paso entre mis labios vaginales dispuesto a penetrarme, sentí un vuelco en el corazón que me hizo estremecer, me retorcía de placer mientras el lentamente introducía su miembro y yo no dejaba de jadear acariciando mi clítoris, ya no podía pensar en nada más que en ese placer intenso que estaba sintiendo, quizá el saber que sería la última vez me hacía disfrutarlo tanto, cerraba mis ojos para intensificar las sensaciones que me estaba provocando, respirando rápidamente, diciéndole cuanto lo había extrañado dentro de mi, pidiendo más y más y él moviéndose cada vez más rápido hasta hacerme llegar al orgasmo, un orgasmo intenso que me hizo gritar, contrayendo mis músculos, dejándome perdida por unos instantes.

     Entonces llego esa sensación extraña, esa que me hizo comenzar a derramar una a una lágrimas de dolor, pero no de dolor físico, era un dolor en el alma, en el corazón, de esos que hacen ahogar tus palabras, y las lágrimas sólo brotan en silencio.
     Recordaba cuántas veces habíamos hecho el amor anteriormente y cómo en cada una de esas veces yo sabía que lo hacíamos con un sentimiento mutuo intenso, que cada caricia, cada beso, cada cogida era con amor... Pero las cosas ahora eran diferentes, ahora yo sabía que él no me quería más, que ya no sentía nada por mi, que yo ya no era importante para él aunque él para mi aún lo era todo. 
     Él me abrazó por detrás y me preguntó qué pasaba, pero eso me hizo sentir peor, no quería su lástima, deseaba detenerme pero mis lágrimas seguían escurriendo sin un solo sollozo, y me sentí como una niña tonta que no podía separar los sentimientos del sexo, él comenzó a besarme nuevamente preparándome para embestirme una vez más, y lo sentí nuevamente dentro de mi, regalándome ese placer como premio de consolación, yo lo disfrutaba enormemente, mi cuerpo quería que ese momento nunca terminara, pero mi corazón y mi alma  sintiéndose vacíos me hacían sentir que todo estaba mal, que no debía seguirme entregando a alguien que  ya no sentía nada por mi, seguimos gimiendo de placer hasta que él terminó. nos recostamos un momento y yo no podía dejar de pensar en que él ya no me quería, en que yo para él ya no significaba nada, y se produjo en mi una sensación que me mataba, nuestra historia de amor recorrió en un segundo mi mente, viendo todo derrumbado y muerta la esperanza junto con ese último orgasmo...